Suave color café acaramelado que baña tu mirada adornada con el brillo del amor encadenado que inunda cada parte de tu ser.
La cobertura de tus cejas, celosas de los rayos de sol, que como fieles pilares los protegen cual madre al hijo.
Deja bailar esas pestañas, mira que hasta las gotas de lluvia se detienen para recorrerlas lentamente y así admirar la longitud que reviste la poesía que son tus ojos.
Cada grieta que conforma el paisaje de tu mirar, la forma en que interactúan con su exterior, como si hiciesen el amor con las luces, seduciendo al mismo tiempo al viento.
Las sombras que perfilan su belleza natural, que maquillan y resaltan los detalles que son imposibles de ignorar.
La profundidad de algo tan superficial.
La hoja en blanco de cada historia.
Un instante, un paisaje. El reflejo mas hermoso de la descripción de lo que los mortales llaman vida.
Protagonistas de sueños, temas de canciones, inspiración de poetas, deleite de pintores...
Tus ojos son perfectos caprichosos que con solo una mirada fija consiguen el temblar de un cuerpo firme, el suspirar de un ser sin aliento, un calor recurrente en quien solo posee frío.
Se roban el tiempo egoistamente; una vez que acaparan tu atención toman control y juegan con todo cuanto se cruce en su camino.
Son como niños curiosos que mueren por saber, que disfrutan de detalles y con su inocencia visten el mundo de un tierno tono fluorescente.
Son esos amantes que separados se mandan besos, que abrazan el momento y convierten la nada en todo.
Son abrazadores, son intimidantes, son suaves, pero salvajes; son fijos, pero perdidos.
Son inquietantes, indescriptibles, inolvidables.
Son apasionados, inocentes, tímidos, seductores.
Son dulces, misteriosos, sofocantes.
Son huracanes, terremotos, tormentas, oasis, paraísos.
Son paz..
Son paz..
Son refugio.
Son letras.
Son letras.
Son pura poesía, mi poesía.
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